Wasqa: La Huesca medieval entre musulmanes y cristianos

Redacción

pintura que muestra una recreación del castillo de montearagón con una montaña nevada detrás

La fortaleza de Wasqa, también conocida por las fuentes cristianas medievales como Huesca, constituyó desde tiempos antiguos uno de los puntos clave del control geoestratégico del Alto Aragón. Situada en lo que ahora es el norte actual del territorio español, Wasqa destacó particularmente en época altomedieval, cuando bajo dominio musulmán se convirtió en una importante plaza fuerte frente a los avances de los reinos cristianos del norte.

Orígenes

Aunque en el cerro de Huesca se han hallado restos de cerámica y sílex del Neolítico (hace unos 6.000 años) y asentamientos de la Edad del Bronce (3.500–3.800 años atrás), sin embargo, no fue hasta la Edad del Hierro cuando surgió allí un poblado fortificado ibérico, documentado en su nombre Bolskan por las monedas locales y mencionado por autores clásicos. Este asentamiento ibérico fue habitado –según las fuentes– por tribus como los suessetanos o ilergetes. A principios del siglo II a.C. los romanos conquistaron Bolskan y la refundaron como Osca, dándole rango de municipium. Con Augusto recibió el título de Urbs Victrix Osca (“Ciudad Victoriosa”), que aparece abreviado (V.V. Osca) en el escudo de Huesca.

Moneda de plata romana donde aparece inscrito el nombre de Osca (actual Huesca).
Moneda de plata romana donde aparece inscrito el nombre de Osca (actual Huesca). Fotografía de Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons.

En el año 476, tras la caída del Imperio romano de Occidente, Osca pasó a integrarse en el reino visigodo. Durante el dominio visigodo, la ciudad fue elevada a sede episcopal, como diócesis dependiente de la archidiócesis de Tarragona. Más adelante, en el año 673, el rey visigodo Wamba se alojó en Osca con el objetivo de sofocar la rebelión encabezada por el duque Paulo.

Finalmente, en el año 719, la ciudad fue tomada por los árabes mediante una rendición pactada.

La fortaleza islámica

Durante el período islámico en la península ibérica, Wasqa fue una de las ciudades más relevantes del norte peninsular musulmán, especialmente en el marco del Emirato y Califato de Córdoba entre los siglos VIII y X. Este territorio se encontraba inserto en las estructuras administrativas de la Marca Superior, formando parte de lo que algunos historiadores denominan la frontera norte de Al-Ándalus, expuesta continuamente a las presiones de los núcleos cristianos pirenaicos.

La existencia de la fortaleza cumplía una función clara dentro del esquema defensivo de Al-Ándalus: bloquear posibles movimientos amenazantes hacia el valle del Ebro y, en especial, proteger Zaragoza, conocido en la época como Medina Saraqusta, auténtico centro del poder islámico en la frontera norte. Wasqa, junto con otros enclaves como Lérida (Larida), Barbastro (Barbastur), Monzón (Munt Sun) o Tortosa (Turtusha), creaba una red fortificada especialmente que ofrecía resistencia a las incursiones llevadas a cabo por condados y reinos pirenaicos como Cataluña, Aragón, Navarra o el Reino Astur-Leonés.

La vida cotidiana y cultural en la Wasqa islámica

Aunque el tono predominante en la documentación medieval sobre Wasqa enfatiza su papel bélico y defensivo, la realidad es que la ciudad tuvo también un importante papel como núcleo urbano. La vida cotidiana estuvo caracterizada por la diversidad cultural inherente al dominio musulmán en Iberia, combinando tradiciones cristianas anteriores con el nuevo modo de vida y cultura árabes.

Así, dentro de los muros de la Wasqa andalusí florecieron diversas actividades económicas relacionadas con la agricultura especialmente basada en cereales, viñedos, olivares y otros cultivos adaptados al clima de la región. Igualmente, están documentadas algunas artesanías y producción asociadas al cuero y los tejidos, así como ciertos niveles de comercio local y regional, imprescindible para garantizar los suministros básicos necesarios destinados a satisfacer las necesidades militares y poblacionales que habitaban el enclave.

En términos culturales y religiosos, es conocido que Wasqa en aquellos siglos fue una ciudad que combinó distintas influencias culturales. Existiendo inicialmente mayoría cristiana mozárabe conviviente con población musulmana, paulatinamente la islamización del enclave fue tomando fuerza, en paralelo a la conversión progresiva de edificios y estructuras religiosas en mezquitas y demás equipamientos destinados al culto y al estudio del islam.

La conquista cristiana de Wasqa

La historia de Wasqa cambiaría radicalmente a finales del siglo XI con el avance cristiano desde el norte, especialmente desde el Reino de Aragón, liderado en aquellas fechas por figuras destacadas como el rey Sancho Ramírez (1063–1094) y, posteriormente, Pedro I (1094–1104). Precisamente fue bajo el reinado de Sancho Ramírez cuando se produjo la toma de la ciudad de Wasqa (1096), lo que significó su definitiva incorporación al mundo cristiano.

Sancho Ramírez recibiendo un disparo de una ballesta durante la toma de Huesca (Wasqa)
Sancho Ramírez recibiendo un disparo de una ballesta durante la toma de Huesca (Wasqa)

Con la caída en manos aragonesas, Wasqa dejó de formar parte del entramado estructural de Al-Ándalus para incorporarse al naciente Reino de Aragón. Estos cambios implicaron reformas profundas no solo a nivel militar o estratégico sino también social, económico y religioso. La antigua mezquita pasó pronto a ser adaptada como lugar de culto cristiano, revelando así una práctica habitual en las conquistas cristianas de la época. Asimismo, la ciudad experimentó transformaciones de carácter urbanístico y administrativo, encaminadas a adaptar el territorio a las nuevas necesidades del poder cristiano entrante.

Huellas patrimoniales

Pese a las profundas transformaciones experimentadas tras la reconquista cristiana, Wasqa mantiene todavía vestigios importantes de su pasado musulmán. Aunque muchos de los elementos arquitectónicos directamente relacionados con la fortaleza original han desaparecido por intervenciones tardías y reformas cristianas, es posible localizar trazas urbanísticas de su antiguo entramado defensivo. Documentación histórica y excavaciones arqueológicas realizadas en diversas fases a lo largo del siglo XX y XXI han revelado restos de cimentaciones y estructuras defensivas de carácter claramente andalusí. También es destacable la riqueza arqueológica del entorno, especialmente en lo referente a materiales cerámicos, herramientas agrícolas, objetos cotidianos y monedas andalusíes, elementos que testimonian con claridad el pasado musulmán de la ciudad.

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