Castillo De Montearagón: Un Bastión Medieval en La Comarca De Huesca

Redacción

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Castillo de Montearagón al atardecer

El Castillo de Montearagón es una de las fortalezas más emblemáticas del Reino de Aragón, tanto por su valor histórico como por su ubicación estratégica en el entorno del Alto Aragón. Situado en el término municipal de Quicena, a pocos kilómetros de Huesca, este castillo-monasterio desempeñó un papel crucial durante los siglos XI y XII, particularmente en la expansión cristiana y la consolidación del poder aragonés frente al mundo islámico. Su prominente silueta, encaramada sobre una colina que domina la Hoya de Huesca, refleja la fusión entre las funciones militares, religiosas y simbólicas que definieron la arquitectura del poder en la Edad Media.

Orígenes del Castillo de Montearagón

El origen del Castillo de Montearagón se remonta al siglo XI, coincidiendo con el período expansivo del Reino de Aragón bajo el liderazgo de Sancho Ramírez. Fue precisamente este monarca quien ordenó su construcción en 1085 con el principal objetivo de apoyar el cerco y posterior conquista de la ciudad de Huesca, por entonces bajo dominio musulmán. Esta fundación se enmarca dentro de la estrategia de creación de una red de fortalezas para consolidar los avances cristianos en el territorio y asegurar posiciones clave en el proceso de la Reconquista.

Retrato Sancho Ramírez de Aragón
Retrato Sancho Ramírez de Aragón. Obra de Manuel Aguirre y Monsalbe, Public domain, via Wikimedia Commons.

El emplazamiento no fue escogido al azar. La colina en la que se ubica ofrecía una excelente visibilidad sobre las rutas de comunicación que unían Zaragoza con los valles pirenaicos, facilitando la vigilancia, la defensa y el control territorial. Además, su cercanía a la frontera entre los dominios cristianos y musulmanes confería al castillo una relevancia militar destacada en las guerras de frontera.

Castillo y monasterio

Una de las particularidades más interesantes del Castillo de Montearagón es su naturaleza dual como fortaleza defensiva y como centro monástico agustiniano. Sancho Ramírez, además de impulsarlo como bastión militar, promovió la instalación de una comunidad de canónigos regulares con la intención de dotar al enclave de un carácter espiritual que contribuyera a la legitimación religiosa del poder real y a la cohesión del territorio conquistado.

Este modelo de castillo-monasterio refleja una fórmula frecuente en la política de repoblación medieval, en la que las órdenes religiosas desempeñaban un papel clave en la organización del espacio conquistado, en la difusión del cristianismo y en la cultura escrita. El Castillo de Montearagón se convirtió así en un centro de irradiación religiosa y política para la región, en donde se fundaron iglesias, se redactaron diplomas y se ejercía una tutela efectiva sobre el gobierno de las tierras cercanas.

El papel estratégico en la conquista de Huesca

El Castillo de Montearagón representó un punto de partida clave en la campaña para la toma de Huesca, una de las ciudades musulmanas más significativas del norte de la península. Sancho Ramírez utilizó la fortaleza como base logística desde la que organizar el cerco a la ciudad. Sin embargo, el monarca falleció en 1094 en las inmediaciones de la misma durante las operaciones militares que finalmente serían culminadas por su hijo, Pedro I de Aragón.

En 1096, apenas dos años tras la muerte de Sancho Ramírez, Pedro I logró la rendición de Huesca tras una intensa campaña que cambió definitivamente el equilibrio político del noreste peninsular. El Castillo de Montearagón, desde entonces, quedó custodiando una de las posesiones más importantes del emergente Reino de Aragón, consolidando su papel como centro clave en la administración del nuevo territorio.

Arquitectura del Castillo de Montearagón

Desde el punto de vista arquitectónico, el Castillo de Montearagón corresponde al estilo románico temprano, aunque con transformaciones posteriores que reflejan las distintas etapas de su uso y adaptación. Construido principalmente en piedra sillar, presenta una planta de forma irregular que se adapta a las condiciones topográficas del terreno.

El recinto amurallado, de planta alargada, está flanqueado por torres semicirculares y cuadrangulares, y cuenta con un acceso principal que daba paso a la vida interior del castillo-monasterio. En su interior se encontraba la iglesia monástica de Santa María, así como dependencias destinadas a los canónigos y a las funciones residenciales y militares. Las estructuras defensivas se reforzaban con un sistema de fosos naturales y una muralla perimetral que dificultaba el asalto.

El progresivo abandono y la pérdida de valor militar a lo largo de los siglos, especialmente a partir del siglo XV, provocaron su deterioro. Pese a ello, el conjunto todavía conserva elementos significativos de su fábrica original y ha sido objeto de diversas campañas de restauración que han permitido su conservación parcial.

Funciones posteriores

A partir de la Baja Edad Media, el Castillo de Montearagón fue perdiendo relevancia estratégica. La desaparición progresiva de la frontera con el Islam y la consolidación del Reino de Aragón como entidad política integrada en la Corona de Aragón redujeron su necesidad como fortaleza militar. Además, la propia comunidad monástica fue languideciendo a medida que se debilitaban las estructuras del monacato regular, lo que contribuyó al progresivo abandono del castillo.

En los siglos siguientes, Montearagón pasó por distintas manos, incluyendo fases en las que fue utilizado como lugar de alojamiento temporal de tropas o como calabozo. Durante la Guerra de Sucesión y más tarde en la Guerra de la Independencia fue objeto de ataques y saqueos, lo que aceleró su deterioro. En el siglo XIX, ya se encontraba en ruinas en gran parte, aunque su iglesia aún conservaba funciones litúrgicas.

Cómo llegar

El Castillo de Montearagón se encuentra a unos 10 kilómetros al este de Huesca. Para llegar hasta allí, lo más habitual es hacerlo en coche, ya que no hay transporte público directo que conecte con el castillo. Para quienes no dispongan de vehículo propio, la mejor alternativa es llegar en tren o autobús hasta Huesca y alquilar un coche por unas horas o contratar un taxi desde la ciudad. Algunos alojamientos rurales en la zona también organizan visitas guiadas al castillo, lo que puede ser una opción muy interesante.

Desde el centro de Huesca, hay que tomar la carretera A-22 en dirección a Barbastro. A pocos kilómetros, encontrarás la salida hacia Quicena, un pequeño pueblo que sirve como punto de referencia. Al llegar a Quicena, sigue las señales locales que indican la subida al castillo. El último tramo es una carretera estrecha y con curvas, pero está asfaltada y en buenas condiciones. Al final del recorrido, hay una pequeña zona habilitada para dejar el coche.Es importante tener en cuenta que el castillo se encuentra en un estado de semi-ruina y que no hay servicios ni sombra, por lo que conviene llevar agua y protección solar, especialmente en los meses de calor. El acceso es libre y gratuito durante todo el año, y aunque no hay horario fijo, es recomendable visitarlo durante el día, tanto por seguridad como para disfrutar de las vistas.

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