La Casa de Estuardo fue una influyente dinastía real que gobernó Escocia desde finales del siglo XIV y, posteriormente, Inglaterra e Irlanda en diversos períodos entre los siglos XVI y XVIII. Su legado marcó de manera decisiva la historia británica, protagonizando conflictos como la Reforma Protestante, las Guerras de los Tres Reinos y la Guerra Civil Inglesa. A su vez, su historia está llena de figuras controvertidas y dramáticas, como María I de Escocia o Carlos I de Inglaterra, que aún capturan la imaginación de historiadores y aficionados por igual.
Orígenes de la Casa de Estuardo en Escocia
La Casa de Estuardo, cuyo nombre original en escocés era Stewart, tiene su origen en la figura de Walter fitz Alan, nombrado como gran senescal —o steward— de Escocia por David I en el siglo XII. Este título, que inicialmente aludía a funciones administrativas y militares, pronto pasó a formar parte del apellido familiar. En 1371, el linaje ascendió al trono escocés cuando Robert II, nieto de Robert the Bruce a través de la línea femenina, se convirtió en rey tras la muerte sin herederos directos de David II. La coronación de Robert II fundó oficialmente a la Casa de Estuardo como dinastía gobernante de Escocia.
Durante los siglos XIV y XV, los Estuardo gobernaron en un contexto de tensiones constantes con Inglaterra, de luchas internas entre clanes escoceses y de consolidación del poder monárquico frente a la nobleza. Reyes estuardos como Jacobo I, quien modernizó la administración y fue un mecenas de las artes, o Jacobo IV, que profundizó en alianzas diplomáticas con Francia a través de la llamada Auld Alliance, consolidaron la identidad del reino escocés.
María I de Escocia y los conflictos religiosos
Una de las figuras más emblemáticas de la Casa de Estuardo fue María I de Escocia, también conocida como María Estuardo. Fue la única hija legitima de Jacobo V y accedió al trono en 1542 con solo 6 días de edad. Obviamente en esta circunstancia Escocia fue regentado mientras ella fue educada en la corte francesa y casada con el delfín Francisco II hasta la muerte de este, momento en el cual María regresa a Escocia encontrándose un país profundamente marcado por el conflicto religioso entre protestantes y católicos.

Su reinado, entre 1561 y 1567, estuvo plagado de intrigas políticas, matrimonios impopulares y levantamientos nobiliarios. Su abdicación forzada y huida a Inglaterra sellaron su destino. Al ser también sobrina-nieta de Enrique VIII, María tenía derechos dinásticos al trono inglés, lo cual la convirtió en una amenaza directa para Isabel I de Inglaterra, lo que finalmente le llevo a ser encerrada por casi dos décadas hasta que finalmente fue ejecutada en 1587 tras ser acusada de conspirar contra la reina protestante.
La unificación de las coronas
El hijo de María, Jacobo VI de Escocia, fue una figura clave en la historia de la Casa de Estuardo. Nacido en 1566, accedió al trono escocés desde muy joven tras la abdicación de su madre. En 1603, tras la muerte sin herederos de Isabel I de Inglaterra, Jacobo fue proclamado rey también de Inglaterra como Jacobo I, inaugurando la llamada Unión de las Coronas. Aunque Escocia e Inglaterra continuaron siendo reinos formalmente separados, compartían desde entonces un mismo monarca, lo que supuso un primer paso hacia la futura formación del Reino Unido.
Durante su gobierno, Jacobo I promovió una política de relativa pacificación, consolidó la monarquía después del turbulento período isabelino e impulsó importantes proyectos teológicos y literarios. El más emblemático fue la traducción de la Biblia al inglés denominada «Biblia del rey Jacobo«, que ha tenido una profunda influencia cultural hasta nuestros días. Sin embargo, su insistencia en el derecho divino de los reyes y su autoritarismo generaron tensiones tanto en el Parlamento inglés como con las nacientes corrientes puritanas.
Carlos I y la Guerra Civil Inglesa
El sucesor de Jacobo fue su hijo Carlos I, cuyo reinado (1625-1649) resultó ser una de las etapas más críticas en la historia de la Casa de Estuardo. De profundas convicciones absolutistas y con una escasa habilidad política, Carlos I gobernó enfrentado con el Parlamento y los sectores puritanos, que crecían en influencia en Inglaterra. Su decisión de gobernar sin Parlamento durante varios años, así como sus políticas religiosas pro-catolicistas, alarmaron tanto a ingleses como a escoceses.
Estas tensiones desembocaron en la Guerra Civil Inglesa, un conflicto que enfrentó a los realistas, partidarios del rey, contra los parlamentaristas liderados por Oliver Cromwell. Derrotado militarmente, Carlos fue capturado, juzgado y ejecutado en 1649 por traición, un hecho sin precedentes que conmocionó a toda Europa. La monarquía fue abolida y se instauró la República de Inglaterra, conocida como Commonwealth. Este episodio significó no solo el ocaso temporal de los Estuardo, sino también un momento clave en la historia del constitucionalismo inglés.
el declive definitivo de la Casa de Estuardo
Con la muerte de Cromwell y el fracaso del experimento republicano, la monarquía fue restaurada en 1660 en la figura de Carlos II, hijo de Carlos I. Este periodo, conocido como la Restauración Estuarda, se caracterizó por un ambiente más permisivo culturalmente, el florecimiento del teatro y la consolidación de la figura del rey como símbolo nacional, aunque con poderes cada vez más limitados.
Carlos II fue sucedido sin herederos legítimos por su hermano Jacobo II. Este último tuvo un breve y turbulento reinado (1685-1688), marcado de nuevo por su confesión católica en un país cada vez más protestante. Su política de tolerancia religiosa, junto con sus intentos de reinstaurar el absolutismo, desencadenaron la llamada Revolución Gloriosa. En 1688, Jacobo II fue depuesto tras la llegada al trono de su hija protestante María II y su esposo Guillermo III de Orange, con el beneplácito de un amplio consenso parlamentario.
Aunque formalmente no desaparecida, la Casa de Estuardo quedó entonces desplazada del trono en favor de la Casa de Orange-Nassau. Los descendientes de Jacobo II intentaron recuperar el trono mediante varias insurrecciones, conocidas como las rebeliones jacobitas, protagonizadas sobre todo por figuras como James Francis Edward Stuart, llamado el “Viejo Pretendiente”, y su hijo Charles Edward Stuart, apodado el “Joven Pretendiente” o “Bonnie Prince Charlie”. Sin embargo, estos intentos fracasaron definitivamente tras la batalla de Culloden en 1746.