Pedro Abelardo es una de las figuras más fascinantes e influyentes del pensamiento medieval occidental. Su vida, marcada por el auge intelectual, el escándalo y la búsqueda incesante del conocimiento, ilustra el intenso dinamismo cultural de la Europa del siglo XII. En el corazón de la llamada “Renovación del siglo XII”, Abelardo se destacó como lógico, teólogo, filósofo y maestro, pero también como protagonista de una de las historias de amor más célebres de la Edad Media: la relación con Eloísa.
Primeros años
Pedro Abelardo nació en 1079 en Le Pallet, cerca de Nantes, en la Bretaña francesa. Su familia, de posición acomodada, le brindó una educación sólida desde muy joven, momento en el que primeramente se inclinó por la dialéctica, una rama de la filosofía que en ese periodo se hallaba en plena transformación gracias al redescubrimiento de los textos clásicos y árabes. Abelardo se trasladó a París, epicentro intelectual floreciente, donde asistió a las escuelas catedralicias. Allí tuvo como maestro a Guillermo de Champeaux, reputado lógico de la época, con quien pronto entró en aguda polémica filosófica.
La trayectoria académica de Pedro Abelardo se caracterizó por una búsqueda incansable de la verdad filosófica y teológica. Su espíritu crítico y su carisma atrajeron a numerosos alumnos, lo que le permitió fundar su propia escuela en Mont Sainte-Geneviève, expandiendo los límites del saber y consolidándose como uno de los pensadores más innovadores de su tiempo.
Controversias
La figura de Pedro Abelardo se asocia íntimamente al debate filosófico sobre los universales, tema central en la lógica medieval. Mientras su maestro Guillermo defendía el realismo, Abelardo se decantó por el conceptualismo, sosteniendo que los universales no son otra cosa que nociones mentales, negando su existencia como realidades independientes fuera de las cosas particulares. Este posicionamiento, enmarcado en la disputa con los realistas y los nominalistas, colocó a Abelardo en el centro de la vida intelectual de París.
En el ámbito teológico, Pedro Abelardo fue igual de polémico. Quizá su obra más representativa sea la “Sic et Non”, un compendio de 158 preguntas teológicas que enfrenta opiniones contradictorias de los Padres de la Iglesia, dejando la resolución final al criterio del lector. Este método, basado en la duda metódica y la confrontación argumentativa, anticipó la escolástica posterior y supuso una profunda renovación en el modus operandi del pensamiento religioso medieval.
No obstante, esta audacia intelectual le costó enemistades y persecuciones. En 1121, fue acusado de herejía por sus doctrinas trinitarias y obligado a quemar el libro. Años después, Bernardo de Claraval, símbolo del misticismo monástico, lideró una nueva ofensiva contra Abelardo, cuya Filosofía de la Razón chocaba con el agustinismo predominante. A pesar de estos ataques, nunca abandonó su defensa de la racionalidad filosófica ni su fe cristiana.
Obras destacadas
Entre las obras de Pedro Abelardo destacan, además de la “Sic et Non”, su obra “Historia Calamitatum”, una autobiografía en la que relata sus experiencias, adversidades y su relación con Eloísa. Este texto es una fuente invaluable para conocer la vida universitaria en el siglo XII y los conflictos internos del propio Abelardo.
En el ámbito filosófico, sus tratados sobre lógica y argumentación, como los “Dialectica” y “Logica Ingredientibus”, fueron decisivos para la estructuración del método escolástico. Su concepción del nominalismo moderado influyó en generaciones posteriores de pensadores. Abelardo defendía la posibilidad de armonizar razón y fe, e introdujo el principio de considerar el consentimiento y la intención en la valoración de los actos morales, anticipando teorías éticas mucho más modernas.
En teología, además de la “Sic et Non”, escribió comentarios sobre el Credo y la Trinidad, que suscitaron profundas controversias. Aunque condenado por sus contemporáneos más conservadores, estos textos resultan fundamentales para entender el proceso de secularización progresiva del pensamiento intelectual en la Europa medieval.
La historia de amor con Eloísa
La biografía de Pedro Abelardo es inseparable de su apasionada y trágica relación con Eloísa, una de las mujeres más cultas de su tiempo, sobrina del canónigo Fulberto de la catedral de París. Contratado como su tutor personal para darle clases particulares a la joven Eloísa, Abelardo pronto se enamoro de ella por su inteligencia y vivieron un romance que trascendió los límites de la enseñanza formal, desembocando en un embarazo y un matrimonio secreto.

El descubrimiento del escándalo por parte de Fulberto provocó que Abelardo fuera brutalmente castrado por orden de los familiares de Eloísa, lo que marcó el final de su vida conyugal. Eloísa ingresó entonces en el convento de Argenteuil y Abelardo se retiró primero en Saint-Denis y posteriormente fundó su propio monasterio, el Paracleto. Sin embargo, la correspondencia entre ambos, plasmada en las famosas “Cartas de Abelardo y Eloísa”, ha pervivido como uno de los testimonios literarios más emocionantes de la Edad Media, donde se entrelazan el amor carnal, la vocación intelectual y la búsqueda de sentido trascendente.






