Martín I de Aragón, conocido como Martín I el Humano (1356-1410), fue el último rey de la Casa de Barcelona en la Corona de Aragón. Su reinado estuvo marcado por importantes conflictos dinásticos, problemas sucesorios y una relación compleja con el Papado en el contexto del Cisma de Occidente. Su muerte sin descendencia directa provocó el Compromiso de Caspe, un evento clave en la historia de la Península Ibérica.
Orígenes y ascenso al trono
Martín nació en 1356, hijo de Pedro IV de Aragón y de Leonor de Sicilia. Desde joven, estuvo involucrado en la política dinástica de su familia y en los conflictos internos de la Corona de Aragón. Contrajo matrimonio con María de Luna, una influyente noble aragonesa, con quien tuvo varios hijos, aunque ninguno sobrevivió para asegurar la continuidad de la dinastía.
Antes de convertirse en rey, Martín tuvo un papel fundamental en el gobierno del Reino de Sicilia, gobernado en nombre de su hijo. Cuando su hermano, Juan I de Aragón, falleció en 1396 sin un heredero varón, Martín reclamó el trono, aunque tuvo que enfrentarse a la oposición de la nobleza y a conflictos internos en los territorios de la Corona.
Su reinado (1396-1410)
Martín I el Humano gobernó la Corona de Aragón desde 1396 hasta su muerte en 1410. Su reinado estuvo marcado por diversos conflictos políticos y militares, así como por su implicación en el Cisma de Occidente.
Uno de los conflictos más destacados fue la guerra en Sicilia, donde su hijo, Martín el Joven, luchó para consolidar su dominio frente a la oposición de los angevinos y los nobles sicilianos. En 1409, tras la muerte de su hijo, Martín I se convirtió también en rey de Sicilia, aunque su control sobre la isla fue breve debido a su propia muerte al año siguiente.
En el ámbito religioso, Martín I apoyó al papa Benedicto XIII, el llamado «Papa Luna», en el contexto del Cisma de Occidente, donde distintos sectores de la cristiandad apoyaban a papas rivales. Su respaldo a Benedicto XIII consolidó la posición del pontífice en los territorios de la Corona de Aragón, aunque también generó tensiones con otras potencias europeas.
La crisis sucesoria y el Compromiso de Caspe
Uno de los aspectos más relevantes del reinado de Martín I fue la crisis sucesoria que dejó tras su muerte. A pesar de sus intentos por consolidar un heredero, su hijo Martín el Joven falleció sin descendencia legítima, y su nieto ilegítimo, Fadrique de Aragón, no fue reconocido como sucesor. Esto dejó la Corona de Aragón en una situación de incertidumbre.
Ante la falta de un heredero directo, en 1410 se inició un período de interregno que duró dos años. Durante este tiempo, distintos pretendientes lucharon por el trono, lo que generó tensiones entre las facciones nobiliarias de la Corona de Aragón. Finalmente, en 1412, se celebró el Compromiso de Caspe, un acuerdo entre los representantes de Aragón, Cataluña y Valencia que determinó que el trono pasara a Fernando de Trastámara, nieto de Pedro IV de Aragón por vía materna.
Este evento marcó el fin de la dinastía de la Casa de Barcelona y el inicio del gobierno de la Casa de Trastámara en la Corona de Aragón, un cambio dinástico que tendría profundas consecuencias en la historia peninsular y que, eventualmente, allanaría el camino hacia la unión dinástica de los Reyes Católicos a finales del siglo XV.
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