En 1174, en los alrededores del castillo de Alnwick, tuvo lugar una de las batallas más decisivas de la historia entre Escocia e Inglaterra. En pleno conflicto por la revuelta que llevaron a cabo los hijos de Enrique II contra su padre, el rey escocés Guillermo I, más conocido como Guillermo el León, intentó aprovechar la situación para expandir su territorio. Sin embargo, una emboscada inglesa cambió el rumbo de la historia.
Contexto histórico de la batalla de Alnwick
La batalla de Alnwick tuvo lugar el 13 de julio de 1174 en el marco de los constantes conflictos entre el reino de Escocia y el de Inglaterra. En plena Edad Media, la relación entre ambos territorios estaba marcada por profundas disputas territoriales y ambiciones dinásticas. En este contexto, Guillermo I de Escocia, intentó recuperar un territorio situado al norte de Inglaterra, conocido como Northumberland , en un momento de debilidad en el que el rey de Inglaterra, Enrique II, monarca de la dinastía Plantagenet, estaba enfrentando una rebelión interna liderada por sus propios hijos, respaldados por el rey de Francia y otros señores descontentos. Aprovechando la inestabilidad de su oponente, Guillermo I de Escocia decidió invadir Northumberland con el objetivo de reafirmar el dominio escocés sobre los territorios fronterizos y consolidar su poder en el norte de Inglaterra.
El desarrollo de la campaña escocesa
La estrategia de Guillermo el León consistía en lanzar una ofensiva decisiva sobre los castillos ingleses situados en la frontera, esperando conseguir una victoria rápida que reforzara su posición tanto dentro de su reino como en el escenario internacional. Sin embargo, su campaña encontró una fuerte resistencia por parte de guarniciones locales y partidarios de Enrique II.

Uno de sus principales objetivos era el castillo de Alnwick, una fortificación estratégica controlada por los ingleses en Northumberland. Decidido a tomar la plaza, Guillermo dirigió su ejército hacia la fortaleza, estableciendo un campamento en las proximidades. La confianza del monarca escocés en su superioridad numérica y en la debilidad del enemigo lo llevó a cometer un grave error: subestimó la capacidad de reacción de los defensores ingleses y no desplegó las suficientes precauciones para proteger su posición.
El ataque sorpresa
Las fuerzas inglesas, lideradas por un grupo de nobles leales a Enrique II, organizaron una flota de caballeros para interceptar al ejército escocés. Al amanecer del 13 de julio de 1174, un contingente comandado por Ranulf de Glanvill y otras figuras clave como Robert de Stuteville, emergió de la niebla y realizó un ataque sorpresa contra las tropas de Guillermo el León en las inmediaciones del castillo de Alnwick.
El asalto pilló completamente desprevenidos a los escoceses. Guillermo, confiado en la seguridad de su campamento, había permitido que sus fuerzas se dispusieran de manera desordenada. La caballería inglesa irrumpió en el campamento con gran velocidad y precisión, sembrando caos entre los soldados escoceses, que no pudieron reestructurarse a tiempo para presentar una defensa efectiva. La batalla fue breve pero decisiva.
Captura de Guillermo el León
El punto culminante del enfrentamiento ocurrió cuando Guillermo I, al verse rodeado, intentó resistir junto a su guardia personal. A pesar de su valentía, fue derribado de su caballo y hecho prisionero. El apresamiento del monarca escocés significó el colapso inmediato de su ejército, cuyos efectivos, al ver caer a su rey, comenzaron a huir en desbandada o se rindieron sin oponer resistencia.
La captura de Guillermo fue un golpe devastador para las aspiraciones escocesas y tuvo repercusiones políticas significativas. En un gesto simbólico de sometimiento, el rey fue trasladado al Castillo de Falaise, en Normandía, donde Enrique II lo mantuvo prisionero. La derrota de Alnwick forzó a Escocia a negociar términos humillantes con Inglaterra, desembocando en la firma del Tratado de Falaise en diciembre de 1174.
Consecuencias políticas y militares
Como resultado del tratado, Guillermo el León tuvo que aceptar a Enrique II como su señor feudal y conceder importantes concesiones, incluyendo la entrega de varios castillos escoceses a guarniciones inglesas y el pago de un fuerte rescate para su liberación en 1175. Este acuerdo limitó la independencia de Escocia durante varios años y reforzó la autoridad de Enrique II en la región.
A largo plazo, la batalla de Alnwick marcó un punto de inflexión en el equilibrio de poder entre Inglaterra y Escocia. Aunque Guillermo el León recuperó su trono tras pagar el elevado rescate, su autoridad quedó debilitada, lo que influyó en las futuras relaciones entre ambos reinos. El conflicto anglo-escocés continuó en las décadas siguientes, pero la humillante captura de Guillermo quedó grabada en la memoria histórica de Escocia como una advertencia sobre los riesgos de subestimar el poderío inglés.
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